Somos instantes.

Solo somos recuerdos en la mente de alguien.

Si no nos recordaran es como si nunca hubiéramos existido. Las personas cercanas a nosotros que mueren, dejan un mar de recuerdos al que siempre que los echamos en falta podemos visitar. Cuanta más edad tienes, a más personas has conocido, y ese mar se vuelve océano. Somos un pasado, un futuro y un presente. Recuerdos que nos evocan a tiempos lejanos, como una carga sobre la espalda, jugar con lo que somos en el momento como un juego de cartas, o enseñar que aún hay sitio para más recuerdos y vivencias.






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